lunes, 12 de marzo de 2018

Limpiemos México; barrer y preparar a las nuevas generaciones



                                                                                              Alberto Jiménez Merino
                                                             Director de la Comisión Nacional del Agua en Puebla
En México se recolectan diariamente 117 mil toneladas de basura, correspondientes a más de 800 gramos por persona, principalmente provenientes de viviendas, edificios, calles y parques públicos según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT).
Asimismo, cerca del 70 por ciento de la basura generada va a parar a barrancas y ríos, el 87 por ciento de los tiraderos son a cielo abierto y, tan solo el 13 por ciento se deposita en rellenos sanitarios los cuales no superan los 300 en todo el país, de acuerdo con la SEMARNAT y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).
En el centro del Océano Pacifico Norte, existe una gran isla de basura de 1 millón 400 mil kilómetros cuadrados y se estima que cada océano tiene al menos una isla similar de residuos caracterizados por grandes cantidades de plástico suspendido, según la Fundación Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Por otra parte, la pérdida de suelo fértil por erosión y la disminución  de materia orgánica reducen la capacidad productiva de la tierra y de almacenamiento de agua; la reducción de áreas arboladas, la desaparición de especies animales, las aguas residuales que sin tratamiento van a los cuerpos de agua y los residuos sólidos, amenazan gravemente la vida de generaciones, presentes y futuras.
No obstante todas las cifras, datos y la información disponible actualmente sobre este problema, parece que esperamos a ver impactos más drásticos para comprender y atender la situación.
Existe mucha desinformación entre la población y por ello, falta de conciencia sobre la importancia de manejar la basura. Todavía es muy común tomarse el refresco, comerse la golosina, masticar el chicle, cambiar el pañal del niño y tirar en la calle sus envases, envolturas, además de todo lo que ensuciamos o ya no ocupamos.
¿Cuántos chicles masticados podemos encontrar hoy debajo de mesas y sillas de espacios públicos o, tan solo como ejemplo, en la entrada de las estaciones del metro en la Ciudad de México? Hay cifras que hablan del costo por levantarlos del piso, las cuales rondan a un peso aproximadamente, o los datos que se registran por las muertes de aves que confunden estos chicles con alimento y por ello se ahogan.
Muchas comunidades en Puebla y México siguen tomando las barrancas y ríos como basureros. Recuerdo que en Teteloloyan, Tlacuilotepec, Puebla, en ocasión de promover el rescate de la acamaya, la gente me aseguró que el río San Marcos era su jefe, su papá, su rey. De ese afluente depende el 70 por ciento de su economía. Sin embargo, al recorrerlo vi que al papá le tiraban la basura al final de una de las calles.
Esta anécdota me demuestra que no se está enseñando lo suficiente en las escuelas, no se está capacitando adecuadamente a la población y eso se percibe porque no hay cambios sustantivos de actitud. No hay botes de basura en las calles; hay hábitos consumistas incontrolados; usamos bolsas de plástico para todo. De igual forma, no hay cultura de separación de la basura, se ha perdido la costumbre de barrer el frente de la casa porque ahora esperamos que lo haga el gobierno o los encargados de mantenimiento.
Hace unos días, convocados por la SEMARNAT y la Fundación Azteca, participamos en la jornada Limpiemos Nuestro México. Como parte de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) asistimos al municipio de Cuautlancingo, a la avenida del Parque Industrial. Allí, fue sorprendente ver la diversidad de basura que había, entre ellas, muchas botellas llenas de orines, 20 colillas de cigarro por cada paso, bolsas, plásticos, medicamentos, llantas, pilas, entre otros.
Reconozco la importancia de estos esfuerzos pues la basura es uno de los problemas ambientales más graves en la actualidad, además de que hubo una gran participación social y empresarial. Aseguro que quienes participamos, reafirmamos nuestra decisión de no tirar basura y, este evento, mucho aporta para que otros, especialmente quienes toman decisiones, pongan su mirada en el problema. Eso, ya es un gran avance.
Sin embargo, es la orientación de nuestros niños y jóvenes, la capacitación de los adultos, lo que hará posible un cambio de actitud duradera. Se requieren soluciones como la clasificación de la basura y su reciclado, la adopción de prácticas más sustentables al respecto,  la reducción del uso de plástico, la construcción de infraestructura adecuada y proyectos de generación eléctrica a partir de la basura como la planta de Termovalorización de la Ciudad de México, que proveerá  energía al sistema de Transporte Colectivo Metro.
Hoy, Biosistemas Sustentables, que inició en el Estado de México transformando basura en abonos orgánicos agrícolas y ya opera en varias partes del país, es un gran ejemplo de compromiso ambiental y desarrollo económico.
Casos como el de San Pedro La Laguna, en Guatemala, en donde las autoridades acordaron eliminar el plástico para reducir la contaminación del Lago Atitlán; proyectos como el de la Central de Abasto de Huixcolotla, en el estado de Puebla, para reciclar lo orgánico en abono para la agricultura,  son ya muy necesarios.
Por todo esto, generemos consciencia de que no es más limpio el que más barre, sino el que tira menos basura.

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lunes, 12 de marzo de 2018

Limpiemos México; barrer y preparar a las nuevas generaciones



                                                                                              Alberto Jiménez Merino
                                                             Director de la Comisión Nacional del Agua en Puebla
En México se recolectan diariamente 117 mil toneladas de basura, correspondientes a más de 800 gramos por persona, principalmente provenientes de viviendas, edificios, calles y parques públicos según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT).
Asimismo, cerca del 70 por ciento de la basura generada va a parar a barrancas y ríos, el 87 por ciento de los tiraderos son a cielo abierto y, tan solo el 13 por ciento se deposita en rellenos sanitarios los cuales no superan los 300 en todo el país, de acuerdo con la SEMARNAT y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).
En el centro del Océano Pacifico Norte, existe una gran isla de basura de 1 millón 400 mil kilómetros cuadrados y se estima que cada océano tiene al menos una isla similar de residuos caracterizados por grandes cantidades de plástico suspendido, según la Fundación Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Por otra parte, la pérdida de suelo fértil por erosión y la disminución  de materia orgánica reducen la capacidad productiva de la tierra y de almacenamiento de agua; la reducción de áreas arboladas, la desaparición de especies animales, las aguas residuales que sin tratamiento van a los cuerpos de agua y los residuos sólidos, amenazan gravemente la vida de generaciones, presentes y futuras.
No obstante todas las cifras, datos y la información disponible actualmente sobre este problema, parece que esperamos a ver impactos más drásticos para comprender y atender la situación.
Existe mucha desinformación entre la población y por ello, falta de conciencia sobre la importancia de manejar la basura. Todavía es muy común tomarse el refresco, comerse la golosina, masticar el chicle, cambiar el pañal del niño y tirar en la calle sus envases, envolturas, además de todo lo que ensuciamos o ya no ocupamos.
¿Cuántos chicles masticados podemos encontrar hoy debajo de mesas y sillas de espacios públicos o, tan solo como ejemplo, en la entrada de las estaciones del metro en la Ciudad de México? Hay cifras que hablan del costo por levantarlos del piso, las cuales rondan a un peso aproximadamente, o los datos que se registran por las muertes de aves que confunden estos chicles con alimento y por ello se ahogan.
Muchas comunidades en Puebla y México siguen tomando las barrancas y ríos como basureros. Recuerdo que en Teteloloyan, Tlacuilotepec, Puebla, en ocasión de promover el rescate de la acamaya, la gente me aseguró que el río San Marcos era su jefe, su papá, su rey. De ese afluente depende el 70 por ciento de su economía. Sin embargo, al recorrerlo vi que al papá le tiraban la basura al final de una de las calles.
Esta anécdota me demuestra que no se está enseñando lo suficiente en las escuelas, no se está capacitando adecuadamente a la población y eso se percibe porque no hay cambios sustantivos de actitud. No hay botes de basura en las calles; hay hábitos consumistas incontrolados; usamos bolsas de plástico para todo. De igual forma, no hay cultura de separación de la basura, se ha perdido la costumbre de barrer el frente de la casa porque ahora esperamos que lo haga el gobierno o los encargados de mantenimiento.
Hace unos días, convocados por la SEMARNAT y la Fundación Azteca, participamos en la jornada Limpiemos Nuestro México. Como parte de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) asistimos al municipio de Cuautlancingo, a la avenida del Parque Industrial. Allí, fue sorprendente ver la diversidad de basura que había, entre ellas, muchas botellas llenas de orines, 20 colillas de cigarro por cada paso, bolsas, plásticos, medicamentos, llantas, pilas, entre otros.
Reconozco la importancia de estos esfuerzos pues la basura es uno de los problemas ambientales más graves en la actualidad, además de que hubo una gran participación social y empresarial. Aseguro que quienes participamos, reafirmamos nuestra decisión de no tirar basura y, este evento, mucho aporta para que otros, especialmente quienes toman decisiones, pongan su mirada en el problema. Eso, ya es un gran avance.
Sin embargo, es la orientación de nuestros niños y jóvenes, la capacitación de los adultos, lo que hará posible un cambio de actitud duradera. Se requieren soluciones como la clasificación de la basura y su reciclado, la adopción de prácticas más sustentables al respecto,  la reducción del uso de plástico, la construcción de infraestructura adecuada y proyectos de generación eléctrica a partir de la basura como la planta de Termovalorización de la Ciudad de México, que proveerá  energía al sistema de Transporte Colectivo Metro.
Hoy, Biosistemas Sustentables, que inició en el Estado de México transformando basura en abonos orgánicos agrícolas y ya opera en varias partes del país, es un gran ejemplo de compromiso ambiental y desarrollo económico.
Casos como el de San Pedro La Laguna, en Guatemala, en donde las autoridades acordaron eliminar el plástico para reducir la contaminación del Lago Atitlán; proyectos como el de la Central de Abasto de Huixcolotla, en el estado de Puebla, para reciclar lo orgánico en abono para la agricultura,  son ya muy necesarios.
Por todo esto, generemos consciencia de que no es más limpio el que más barre, sino el que tira menos basura.

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