Alberto
Jiménez Merino
Director
de la Comisión Nacional del Agua en Puebla
En México se recolectan
diariamente 117 mil toneladas de basura, correspondientes a más de 800 gramos
por persona, principalmente provenientes de viviendas, edificios, calles y
parques públicos según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos
Naturales (SEMARNAT).
Asimismo, cerca del 70 por
ciento de la basura generada va a parar a barrancas y ríos, el 87 por ciento de
los tiraderos son a cielo abierto y, tan solo el 13 por ciento se deposita en
rellenos sanitarios los cuales no superan los 300 en todo el país, de acuerdo
con la SEMARNAT y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática
(INEGI).
En el centro del Océano
Pacifico Norte, existe una gran isla de basura de 1 millón 400 mil kilómetros
cuadrados y se estima que cada océano tiene al menos una isla similar de
residuos caracterizados por grandes cantidades de plástico suspendido, según la
Fundación Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Por otra parte, la pérdida
de suelo fértil por erosión y la disminución de materia orgánica reducen la capacidad
productiva de la tierra y de almacenamiento de agua; la reducción de áreas
arboladas, la desaparición de especies animales, las aguas residuales que sin
tratamiento van a los cuerpos de agua y los residuos sólidos, amenazan
gravemente la vida de generaciones, presentes y futuras.
No obstante todas las
cifras, datos y la información disponible actualmente sobre este problema,
parece que esperamos a ver impactos más drásticos para comprender y atender la
situación.
Existe mucha desinformación
entre la población y por ello, falta de conciencia sobre la importancia de
manejar la basura. Todavía es muy común tomarse el refresco, comerse la
golosina, masticar el chicle, cambiar el pañal del niño y tirar en la calle sus
envases, envolturas, además de todo lo que ensuciamos o ya no ocupamos.
¿Cuántos chicles masticados
podemos encontrar hoy debajo de mesas y sillas de espacios públicos o, tan solo
como ejemplo, en la entrada de las estaciones del metro en la Ciudad de México?
Hay cifras que hablan del costo por levantarlos del piso, las cuales rondan a
un peso aproximadamente, o los datos que se registran por las muertes de aves
que confunden estos chicles con alimento y por ello se ahogan.
Muchas comunidades en Puebla
y México siguen tomando las barrancas y ríos como basureros. Recuerdo que en Teteloloyan,
Tlacuilotepec, Puebla, en ocasión de promover el rescate de la acamaya, la
gente me aseguró que el río San Marcos era su jefe, su papá, su rey. De ese
afluente depende el 70 por ciento de su economía. Sin embargo, al recorrerlo vi
que al papá le tiraban la basura al final de una de las calles.
Esta anécdota me demuestra
que no se está enseñando lo suficiente en las escuelas, no se está capacitando
adecuadamente a la población y eso se percibe porque no hay cambios sustantivos
de actitud. No hay botes de basura en las calles; hay hábitos consumistas
incontrolados; usamos bolsas de plástico para todo. De igual forma, no hay
cultura de separación de la basura, se ha perdido la costumbre de barrer el
frente de la casa porque ahora esperamos que lo haga el gobierno o los
encargados de mantenimiento.
Hace unos días, convocados
por la SEMARNAT y la Fundación Azteca, participamos en la jornada Limpiemos Nuestro México. Como parte de
la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) asistimos al municipio de Cuautlancingo,
a la avenida del Parque Industrial. Allí, fue sorprendente ver la diversidad de
basura que había, entre ellas, muchas botellas llenas de orines, 20 colillas de
cigarro por cada paso, bolsas, plásticos, medicamentos, llantas, pilas, entre
otros.
Reconozco la importancia de
estos esfuerzos pues la basura es uno de los problemas ambientales más graves
en la actualidad, además de que hubo una gran participación social y empresarial.
Aseguro que quienes participamos, reafirmamos nuestra decisión de no tirar
basura y, este evento, mucho aporta para que otros, especialmente quienes toman
decisiones, pongan su mirada en el problema. Eso, ya es un gran avance.
Sin embargo, es la
orientación de nuestros niños y jóvenes, la capacitación de los adultos, lo que
hará posible un cambio de actitud duradera. Se requieren soluciones como la
clasificación de la basura y su reciclado, la adopción de prácticas más
sustentables al respecto, la reducción
del uso de plástico, la construcción de infraestructura adecuada y proyectos de
generación eléctrica a partir de la basura como la planta de Termovalorización
de la Ciudad de México, que proveerá
energía al sistema de Transporte Colectivo Metro.
Hoy, Biosistemas
Sustentables, que inició en el Estado de México transformando basura en abonos
orgánicos agrícolas y ya opera en varias partes del país, es un gran ejemplo de
compromiso ambiental y desarrollo económico.
Casos como el de San Pedro La
Laguna, en Guatemala, en donde las autoridades acordaron eliminar el plástico
para reducir la contaminación del Lago Atitlán; proyectos como el de la Central
de Abasto de Huixcolotla, en el estado de Puebla, para reciclar lo orgánico en
abono para la agricultura, son ya muy
necesarios.
Por todo esto, generemos
consciencia de que no es más limpio el que más barre, sino el que tira menos
basura.
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