viernes, 8 de diciembre de 2017

Autosabotaje

(Dave Malto)

Parte 1 de 2

“Sí, tengo ganas de llorar, mas no de tristeza, posiblemente de miedo o más
bien de nostalgia, en definitiva de dolor no, porque es feo que llegue alguien a tu
vida, sin que lo hayas solicitado, represente un amor perfecto que pudo
quedarse, pero al final decidió no hacerlo, optó por no arriesgarse y eso
deprime, porque no, uno no sabe cómo dejar de lado esa ilusión primaria, esa, la
de comenzar a conocerse, a tratarse, a salir, a estar, a hacer planes y tantos y
tantos etcéteras más...”

Todo esto escribía Diego en su diario al tiempo que en su Facebook platicaba
con Jorge.

–¿Cómo estás flaquito?– escribía Jorge, por inbox.

Jorge, un chico popular, guapo, con muchas expectativas para ser un novio
perfecto; el mismo Jorge al principio lo había buscado, de hecho se le declaró, y
ahora Diego no sabía cómo es que ya no tenía ese interés inicial, tal vez porque
quería no perder la posibilidad de sentir el cariño incondicional de alguien, de
alguno que estuviera dispuesto a estar y a ser.

“...sí, quiero gritar que alguien me ayude, que me siento solo y que no tengo ni
idea de cómo seguir...” seguía su escritura en el diario, con una especie de
coraje.

–Bien rey, gracias – respondía Diego en la conversación de Facebook luego de
escribir las líneas en su diario.

La tarde que se conocieron todo parecía normal, era la fiesta de bienvenida de
los chicos del colegio y aunque Diego no quería ir, sabía que lo estarían
esperando por ser parte de la sociedad de alumnos, así que se arregló y pensó
en su actitud, invariablemente le parecía importante que los demás lo vieran
como alguien superior, aunque en el fondo sabía que todo eso eran tonterías
que él mismo creaba en su cabeza.

Después de cierto tiempo en la reunión, aunque Diego no dejaba de ver a Jorge,
trató por todos los medios de disimular que le gustaba, así que nada interesante
aconteció, su comportamiento fue el habitual, sonriente, con buena actitud.

Todo fluyó tranquilo y con normalidad, sólo un par de fotos juntos en las que ni
siquiera se miraron uno al otro; al terminar la reunión, decidieron, sólo algunos
seguir de fiesta e ir a otro lugar, uno con música, con mejor ambiente; Diego no
se resistió pues todo parecía como cualquier otra salida para bailar, tomar
cervezas, divertirse; además, le pareció una oportunidad para seguir conviviendo
con Jorge y quizás acercarse.

Ya había examinado a los chicos de nuevo ingreso, sabía que ellos lo miraban
con cierto aire de respeto o admiración y aunque no fuera así, era algo que él
quería suponer. Cuando Jorge se le acercó, pensó que no sería más allá de una
amistad e incluso por interés, posiblemente por su situación como miembro de la
sociedad de alumnos, sin embargo, la sorpresa llegó como siempre en el
momento justo.

Erik acompañado de Jorge se acercó a Diego y le dijo al oído, casi gritándole por
el volumen de la música,

–Ya conoces a Jorge, ¿no?.

Diego sólo negó con la cabeza

–Bueno. Te presento a Jorge... chicos los dejo platicar a gusto, permiso – Erik
con una sonrisa de travesura se alejó mirándolos entretenido.

–Ya te había visto antes y siempre me dije sobre ti: “qué guapo es”, y entonces
aquí te tengo a mi lado.– le dijo Jorge sin tapujos y con sinceridad.

Diego sonrió nervioso e incrédulo ante las palabras de Jorge, no sabía si aquello
era bueno o malo, no podía definir lo que estaba sintiendo por esa declaración,
aunque obviamente se emocionó, su respuesta fue un simple –Gracias.

Más tarde, con la plática, el baile y las cervezas, entre ambos también llegó el
primer beso, ese que en toda relación se busca persistentemente desde un
principio, Diego lo quería aunque no sabía cómo provocarlo, Jorge por su parte,
un poco más ansioso, buscaba no demostrar que lo deseaba porque
inevitablemente lo besaría sin permitirse el control y liberando esa ansiedad que
lo enloquecía.

Ahí, de frente, bailando muy cerca uno del otro, con el sonido ensordecedor de
la música que los llevaba a ambos a buscarse con las manos, con las piernas,
con la cadera, en el baile intenso se tocaban ligera y mesuradamente adivinando
la mirada del otro entre las luces negras del antro, entre la multitud vibrante y
sudorosa, Jorge fue quien lo provocó recargando su frente en la de Diego, éste
sintió el sudor caliente de su acompañante y dejó que la frotara leve,
entregadamente con la suya, cerró los ojos dejándose llevar, entonces, se
apartaron juntos, lejos y solos a una situación de enamoramiento y dulzura sin
moverse de su lugar en la pista, donde ese primer beso representó la antesala
de una noche de pasión.

Aunque quisieron ser discretos, todos los demás notaron el romanceo que
tenían y al final no interfirieron para dejarlos partir juntos.

Ya en la cama, desnudos y excitados, Diego no se permitió seguir, aunque
tampoco quiso detener a Jorge, sólo intentó complacerlo, besándolo,
acariciándolo hasta con el cabello, llevándolo con las manos, con la boca, con la
lengua, con el cuerpo, pero sin coito alguno; aunque Jorge temblaba de deseo y
nada quería más que sentir a ese Diego que tantas noches de masturbación le
había incitado dentro de sí, tampoco se atrevió a seguir, como respetándolo,
como sabiendo que no era el momento indicado y resignándose a esperar.

No obstante, no esperó mucho, pues Diego por su parte, sabía que aquel Jorge
un poco más joven que él, necesitaba de eso, sabía que podía complacerlo así
que lo condujo a la locura y no paró hasta hacerlo eyacular; Diego lo hizo para
hacerse desear más.

–¿Y tú, no vas a terminar?

–No te preocupes, yo estoy bien.

–Pero, yo quiero que tú también termines.

–De verdad estoy muy bien...

Despertar al lado de Diego fue un sueño hecho realidad para Jorge, motivo de
emoción, de ilusión, de comenzar a hacer planes, sueños por cumplir, anhelos
que alcanzar, Diego le parecía perfecto, tenía todo lo que siempre había
buscado en un hombre, era alto, delgado, guapo, inteligente, independiente,
sencillo, divertido, lindo, tenía una enamoradora voz varonil, una encantadora
sonrisa que le arrancaba suspiros, que lo hacían sonreír y querer estar siempre
con él, lo que más le gustaba eran sus ojos, marrones, profundos, con una
chispa de encanto, con un brillo enternecedor casi embriagante que lo
enamoraban, que lo hacían estremecerse y disfrutar.

Por la otra parte Jorge representaba un sorprendente halago, motivo de vanidad
y autoestima para Diego, quien pensaba en lo caprichosa que era la vida por ese
afán de llevarle la contra, de ponerlo siempre en situaciones impensables, de
inimaginables cambios o desafortunados momentos, como de crisis, de
inestabilidad sobre todo.

El caso es que ahora tenía consigo a un hombre guapo que a pesar de los
muchos admiradores que tenía, lo buscaba; cosa que engreía aún más a Diego,

Ambos eran atractivos y se gustaban mutuamente, a decir de Diego le parecía
inexplicable que alguien tan guapo como Jorge pudiera fijarse en él, era la típica
actitud modesta que acostumbraba por las jugarretas que le había tendido el
destino al momento de flirtear; resultaba que casi siempre que alguien le
gustaba, o no se le acercaba por miedo o simplemente resultaba ser ignorado
por ese que, en su momento, representaba el modelo perfecto de amor para una
noche de fantasía.

Entonces, Jorge por alguna extraña razón rompió esa cadena que la vida había
ido consolidando y que llevaba a Diego a sentirse, siempre, solo y con poco
éxito en los enseres del amor; pero bueno, ahora era contrario a lo habitual y
eso mismo hizo que el inevitable destino llegara, retrasado al parecer, pero
finalmente que terminara por suceder.

Continuará ...

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viernes, 8 de diciembre de 2017

Autosabotaje

(Dave Malto)

Parte 1 de 2

“Sí, tengo ganas de llorar, mas no de tristeza, posiblemente de miedo o más
bien de nostalgia, en definitiva de dolor no, porque es feo que llegue alguien a tu
vida, sin que lo hayas solicitado, represente un amor perfecto que pudo
quedarse, pero al final decidió no hacerlo, optó por no arriesgarse y eso
deprime, porque no, uno no sabe cómo dejar de lado esa ilusión primaria, esa, la
de comenzar a conocerse, a tratarse, a salir, a estar, a hacer planes y tantos y
tantos etcéteras más...”

Todo esto escribía Diego en su diario al tiempo que en su Facebook platicaba
con Jorge.

–¿Cómo estás flaquito?– escribía Jorge, por inbox.

Jorge, un chico popular, guapo, con muchas expectativas para ser un novio
perfecto; el mismo Jorge al principio lo había buscado, de hecho se le declaró, y
ahora Diego no sabía cómo es que ya no tenía ese interés inicial, tal vez porque
quería no perder la posibilidad de sentir el cariño incondicional de alguien, de
alguno que estuviera dispuesto a estar y a ser.

“...sí, quiero gritar que alguien me ayude, que me siento solo y que no tengo ni
idea de cómo seguir...” seguía su escritura en el diario, con una especie de
coraje.

–Bien rey, gracias – respondía Diego en la conversación de Facebook luego de
escribir las líneas en su diario.

La tarde que se conocieron todo parecía normal, era la fiesta de bienvenida de
los chicos del colegio y aunque Diego no quería ir, sabía que lo estarían
esperando por ser parte de la sociedad de alumnos, así que se arregló y pensó
en su actitud, invariablemente le parecía importante que los demás lo vieran
como alguien superior, aunque en el fondo sabía que todo eso eran tonterías
que él mismo creaba en su cabeza.

Después de cierto tiempo en la reunión, aunque Diego no dejaba de ver a Jorge,
trató por todos los medios de disimular que le gustaba, así que nada interesante
aconteció, su comportamiento fue el habitual, sonriente, con buena actitud.

Todo fluyó tranquilo y con normalidad, sólo un par de fotos juntos en las que ni
siquiera se miraron uno al otro; al terminar la reunión, decidieron, sólo algunos
seguir de fiesta e ir a otro lugar, uno con música, con mejor ambiente; Diego no
se resistió pues todo parecía como cualquier otra salida para bailar, tomar
cervezas, divertirse; además, le pareció una oportunidad para seguir conviviendo
con Jorge y quizás acercarse.

Ya había examinado a los chicos de nuevo ingreso, sabía que ellos lo miraban
con cierto aire de respeto o admiración y aunque no fuera así, era algo que él
quería suponer. Cuando Jorge se le acercó, pensó que no sería más allá de una
amistad e incluso por interés, posiblemente por su situación como miembro de la
sociedad de alumnos, sin embargo, la sorpresa llegó como siempre en el
momento justo.

Erik acompañado de Jorge se acercó a Diego y le dijo al oído, casi gritándole por
el volumen de la música,

–Ya conoces a Jorge, ¿no?.

Diego sólo negó con la cabeza

–Bueno. Te presento a Jorge... chicos los dejo platicar a gusto, permiso – Erik
con una sonrisa de travesura se alejó mirándolos entretenido.

–Ya te había visto antes y siempre me dije sobre ti: “qué guapo es”, y entonces
aquí te tengo a mi lado.– le dijo Jorge sin tapujos y con sinceridad.

Diego sonrió nervioso e incrédulo ante las palabras de Jorge, no sabía si aquello
era bueno o malo, no podía definir lo que estaba sintiendo por esa declaración,
aunque obviamente se emocionó, su respuesta fue un simple –Gracias.

Más tarde, con la plática, el baile y las cervezas, entre ambos también llegó el
primer beso, ese que en toda relación se busca persistentemente desde un
principio, Diego lo quería aunque no sabía cómo provocarlo, Jorge por su parte,
un poco más ansioso, buscaba no demostrar que lo deseaba porque
inevitablemente lo besaría sin permitirse el control y liberando esa ansiedad que
lo enloquecía.

Ahí, de frente, bailando muy cerca uno del otro, con el sonido ensordecedor de
la música que los llevaba a ambos a buscarse con las manos, con las piernas,
con la cadera, en el baile intenso se tocaban ligera y mesuradamente adivinando
la mirada del otro entre las luces negras del antro, entre la multitud vibrante y
sudorosa, Jorge fue quien lo provocó recargando su frente en la de Diego, éste
sintió el sudor caliente de su acompañante y dejó que la frotara leve,
entregadamente con la suya, cerró los ojos dejándose llevar, entonces, se
apartaron juntos, lejos y solos a una situación de enamoramiento y dulzura sin
moverse de su lugar en la pista, donde ese primer beso representó la antesala
de una noche de pasión.

Aunque quisieron ser discretos, todos los demás notaron el romanceo que
tenían y al final no interfirieron para dejarlos partir juntos.

Ya en la cama, desnudos y excitados, Diego no se permitió seguir, aunque
tampoco quiso detener a Jorge, sólo intentó complacerlo, besándolo,
acariciándolo hasta con el cabello, llevándolo con las manos, con la boca, con la
lengua, con el cuerpo, pero sin coito alguno; aunque Jorge temblaba de deseo y
nada quería más que sentir a ese Diego que tantas noches de masturbación le
había incitado dentro de sí, tampoco se atrevió a seguir, como respetándolo,
como sabiendo que no era el momento indicado y resignándose a esperar.

No obstante, no esperó mucho, pues Diego por su parte, sabía que aquel Jorge
un poco más joven que él, necesitaba de eso, sabía que podía complacerlo así
que lo condujo a la locura y no paró hasta hacerlo eyacular; Diego lo hizo para
hacerse desear más.

–¿Y tú, no vas a terminar?

–No te preocupes, yo estoy bien.

–Pero, yo quiero que tú también termines.

–De verdad estoy muy bien...

Despertar al lado de Diego fue un sueño hecho realidad para Jorge, motivo de
emoción, de ilusión, de comenzar a hacer planes, sueños por cumplir, anhelos
que alcanzar, Diego le parecía perfecto, tenía todo lo que siempre había
buscado en un hombre, era alto, delgado, guapo, inteligente, independiente,
sencillo, divertido, lindo, tenía una enamoradora voz varonil, una encantadora
sonrisa que le arrancaba suspiros, que lo hacían sonreír y querer estar siempre
con él, lo que más le gustaba eran sus ojos, marrones, profundos, con una
chispa de encanto, con un brillo enternecedor casi embriagante que lo
enamoraban, que lo hacían estremecerse y disfrutar.

Por la otra parte Jorge representaba un sorprendente halago, motivo de vanidad
y autoestima para Diego, quien pensaba en lo caprichosa que era la vida por ese
afán de llevarle la contra, de ponerlo siempre en situaciones impensables, de
inimaginables cambios o desafortunados momentos, como de crisis, de
inestabilidad sobre todo.

El caso es que ahora tenía consigo a un hombre guapo que a pesar de los
muchos admiradores que tenía, lo buscaba; cosa que engreía aún más a Diego,

Ambos eran atractivos y se gustaban mutuamente, a decir de Diego le parecía
inexplicable que alguien tan guapo como Jorge pudiera fijarse en él, era la típica
actitud modesta que acostumbraba por las jugarretas que le había tendido el
destino al momento de flirtear; resultaba que casi siempre que alguien le
gustaba, o no se le acercaba por miedo o simplemente resultaba ser ignorado
por ese que, en su momento, representaba el modelo perfecto de amor para una
noche de fantasía.

Entonces, Jorge por alguna extraña razón rompió esa cadena que la vida había
ido consolidando y que llevaba a Diego a sentirse, siempre, solo y con poco
éxito en los enseres del amor; pero bueno, ahora era contrario a lo habitual y
eso mismo hizo que el inevitable destino llegara, retrasado al parecer, pero
finalmente que terminara por suceder.

Continuará ...

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