jueves, 7 de septiembre de 2017

El Sueño por Dave Malto


7 de Septiembre 2017

Me pasó que te soñé, no sé bien como comenzó todo, pero tampoco importa; este sueño efímero y eterno, quizá sólo duró unos cuantos momentos, suficientes para recordarlo. Tú estabas ahí, como siempre, sentado en esa banca rota y vieja que no quieres arreglar, ésa del balcón de tu casa, tenías la misma ropa del día que te conocí y hasta podría decir que la misma expresión en la cara.

Aún no puedo explicar cómo fue, pero en un suspiro después de mi visión nos encontrábamos caminando en una calle romántica y vacía, sólo para nosotros, sólo para mí. Tú nunca hablaste y yo no quería que la calle terminara, no quería que ese momento se agotara ni que pasáramos a algo peor, sin embargo, no pude evitar el destino de ese loco sueño que hoy me tiene atormentado. Sé bien que lo soñé porque tengo la consciencia del despertar y no entiendo bien cómo mi onírica visión pasó a la realidad; estoy seguro que así fue, ya que inmediatamente después de levantarme comencé a escribir lo que recordaba, y al terminar, por mi aceleración me espantó el gato negro que saltó de la cumbre plana, lisa y vacía de mi armario, desde donde me veía con mi alteración y locura.

Cuando brincó, sentí que aquel tormentoso alucine que terminó en tragedia, no era tanto un sueño; la confusión asaltó mi mente para descubrir con miedo lo que resulta una verdad.

Aquí dejaré literalmente lo que escribí de mi fantasía y que hoy me tiene absorto; ha sido tan perturbador darme cuenta de eso, que llevo siete días sin querer dormir, no quiero regresar al sueño porque sé que en cuanto regrese, te volveré a ver, sabré donde te encuentras y quizá me lleves, quizá me mates.

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jueves, 7 de septiembre de 2017

El Sueño por Dave Malto


7 de Septiembre 2017

Me pasó que te soñé, no sé bien como comenzó todo, pero tampoco importa; este sueño efímero y eterno, quizá sólo duró unos cuantos momentos, suficientes para recordarlo. Tú estabas ahí, como siempre, sentado en esa banca rota y vieja que no quieres arreglar, ésa del balcón de tu casa, tenías la misma ropa del día que te conocí y hasta podría decir que la misma expresión en la cara.

Aún no puedo explicar cómo fue, pero en un suspiro después de mi visión nos encontrábamos caminando en una calle romántica y vacía, sólo para nosotros, sólo para mí. Tú nunca hablaste y yo no quería que la calle terminara, no quería que ese momento se agotara ni que pasáramos a algo peor, sin embargo, no pude evitar el destino de ese loco sueño que hoy me tiene atormentado. Sé bien que lo soñé porque tengo la consciencia del despertar y no entiendo bien cómo mi onírica visión pasó a la realidad; estoy seguro que así fue, ya que inmediatamente después de levantarme comencé a escribir lo que recordaba, y al terminar, por mi aceleración me espantó el gato negro que saltó de la cumbre plana, lisa y vacía de mi armario, desde donde me veía con mi alteración y locura.

Cuando brincó, sentí que aquel tormentoso alucine que terminó en tragedia, no era tanto un sueño; la confusión asaltó mi mente para descubrir con miedo lo que resulta una verdad.

Aquí dejaré literalmente lo que escribí de mi fantasía y que hoy me tiene absorto; ha sido tan perturbador darme cuenta de eso, que llevo siete días sin querer dormir, no quiero regresar al sueño porque sé que en cuanto regrese, te volveré a ver, sabré donde te encuentras y quizá me lleves, quizá me mates.

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