lunes, 2 de enero de 2017

Una Caja De Sorpresas Llamada “Aleatorio”. Por Esteban Cruz Lizarraga


No sé si les ha pasado –porque a mi si y mucho– que de repente se cansan de escuchar las mismas canciones en el mismo orden, o quizá a la hora de escuchar tu playlist te la tienes que chutar por orden alfabético, incluso el mismo artista con sus 6 canciones seguidas. El problema es que muchas veces no pasa de la letra “F” o “M” –ósea, ¿para que fregados tardé 1 hora escogiendo mis canciones si no escucho a Shakira, La Trakalosa y Zoé?–.

Pero ¿Cómo podemos hacer que nuestra música nos vuelva a sorprender?

Simple, la respuesta es muy sencilla. Quien le agregó a los dispositivos de reproducción éste maravilloso artilugio le deberían poner una estatua. -¡YA! Deja de hacerte wey y dinos que es–.

Nada más y nada menos que el “Aleatorio” – ¿todo para esa mamada?– sí,  aunque no lo crean poner en “aleatorio” a tus discos, tus listas de reproducción o hasta a tu biblioteca de música, te hará (re)descubrir tu propia música. Canciones olvidadas, viejos recuerdos, o incluso música que no sabías que tenías – ¿de verdad yo bajé “inténtalo” de 3Ball?–.

Porque lo genial de este botón es que como no tiene un orden, no podemos predecir qué es lo que va a continuar después. Si nunca lo has hecho, te sorprenderás en más de una ocasión esperando o hasta cantando la canción que, según tú, seguirá –y cuando continúe otra, te quedarás de “que pedo”–.
 
También pueda que te suceda que dirás: “no ma… tenía un buen sin escuchar esa rola”, “¿Cuándo en mi vida bajé esa canción” o “¿Neta? ¿Yo? ¿Esa canción?”. Porque aunque tu hayas bajado la música, hay un duende de los reproductores que te mete canciones que tu ni enterado – y que pueden o no gustarte–.

Muchas veces he pensado “Ojalá la vida tuviera eso de aleatorio”. Que pulsaramos ese “mágico botón” y nuestra ropa se desacomodara en el closet para que descubriéramos ropa que tiene mucho tiempo que no nos ponemos –y así pareciera que estrenaramos–, que oprimiéramos “aleatorio” en WhatsApp y termináramos platicando con viejos amigos o contactos.

¿Se imaginan poner en aleatorio el sabor de la torta o de la pizza que vamos a elegir? ¿O a cuál película vamos a entrar a ver al cine? Sería una buena experiencia descubrirnos haciendo, viendo o comiendo algo que normalmente no hubiéramos elegido –algo así como las grajeas de todos los sabores de Harry Potter–.

Sin embargo tenemos pequeños aleatorios para hacernos la vida más interesante, como con quien nos tropezamos en la calle, quien estará en la fila del súper o se sentará al lado nuestro en el camión, que darán de comer en nuestra fondita, incluso cómo nos irá en el día.

Así que disfrutemos de esa caja de sorpresas que es el botón “Aleatorio”, hagamos que vuelva a nuestra mente esa canción tan ridícula que nos hizo bailar al ritmo “satánico” de “aserejé de ja de je de jebe tu de jebere seibiunouva majavi an de bugui an de güididípi”, esa primera vez que nos cortaron mientras gritábamos “…no puedo reponerme de tu forma tan cruel de abrazarme, si sabias que no ibas a amarme ¿qué ganabas con besarme?”, o hasta la vez que nuestro crush nos empezó a hacer caso y le decíamos “dime cómo fue que me enamoraste, dime en que momento pasó que llegue a extrañarte…”.

Recordemos cuando “eso” no era un solo, sino la guitarra de Lolo; cuando llegando a la fiesta la vimos besándose con otro –que poca madre–; cuando nos sorprendimos porque de los 9 hijos de  Soruyo el negrito era el único suyo; cuando él nos mintió y nos dijo que nos amaba y no era verdad o cuando fuimos palomas por querer ser gavilanes; cuando por un beso de una flaca que duerme de día, hubiéramos dado lo que fuera; cuando no queríamos que nadie nos mirara porque no traíamos puesto el maquillaje; cuando esas acusaciones eran puras mentiras ya que esa noche no andábamos ahí; o hasta la vez que a nosotros nos gustaba la gasolina –recordar es volver a vivir ¿verdad?–.

Volvamos a sentir todas esas emociones que le pusimos a muchas de nuestras canciones  y que hemos dejado en un rincón de nuestra biblioteca musical.

Por hoy es todo, nos leemos la próxima semana y espero que esta primera columna del 2017 les haya gustado. Hasta la próxima.

Y como dice Willie Colón en Pedro Navajas: “La vida te dá sorpresas, sorpresas te dá la vida”

@lizarraga1221 

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lunes, 2 de enero de 2017

Una Caja De Sorpresas Llamada “Aleatorio”. Por Esteban Cruz Lizarraga


No sé si les ha pasado –porque a mi si y mucho– que de repente se cansan de escuchar las mismas canciones en el mismo orden, o quizá a la hora de escuchar tu playlist te la tienes que chutar por orden alfabético, incluso el mismo artista con sus 6 canciones seguidas. El problema es que muchas veces no pasa de la letra “F” o “M” –ósea, ¿para que fregados tardé 1 hora escogiendo mis canciones si no escucho a Shakira, La Trakalosa y Zoé?–.

Pero ¿Cómo podemos hacer que nuestra música nos vuelva a sorprender?

Simple, la respuesta es muy sencilla. Quien le agregó a los dispositivos de reproducción éste maravilloso artilugio le deberían poner una estatua. -¡YA! Deja de hacerte wey y dinos que es–.

Nada más y nada menos que el “Aleatorio” – ¿todo para esa mamada?– sí,  aunque no lo crean poner en “aleatorio” a tus discos, tus listas de reproducción o hasta a tu biblioteca de música, te hará (re)descubrir tu propia música. Canciones olvidadas, viejos recuerdos, o incluso música que no sabías que tenías – ¿de verdad yo bajé “inténtalo” de 3Ball?–.

Porque lo genial de este botón es que como no tiene un orden, no podemos predecir qué es lo que va a continuar después. Si nunca lo has hecho, te sorprenderás en más de una ocasión esperando o hasta cantando la canción que, según tú, seguirá –y cuando continúe otra, te quedarás de “que pedo”–.
 
También pueda que te suceda que dirás: “no ma… tenía un buen sin escuchar esa rola”, “¿Cuándo en mi vida bajé esa canción” o “¿Neta? ¿Yo? ¿Esa canción?”. Porque aunque tu hayas bajado la música, hay un duende de los reproductores que te mete canciones que tu ni enterado – y que pueden o no gustarte–.

Muchas veces he pensado “Ojalá la vida tuviera eso de aleatorio”. Que pulsaramos ese “mágico botón” y nuestra ropa se desacomodara en el closet para que descubriéramos ropa que tiene mucho tiempo que no nos ponemos –y así pareciera que estrenaramos–, que oprimiéramos “aleatorio” en WhatsApp y termináramos platicando con viejos amigos o contactos.

¿Se imaginan poner en aleatorio el sabor de la torta o de la pizza que vamos a elegir? ¿O a cuál película vamos a entrar a ver al cine? Sería una buena experiencia descubrirnos haciendo, viendo o comiendo algo que normalmente no hubiéramos elegido –algo así como las grajeas de todos los sabores de Harry Potter–.

Sin embargo tenemos pequeños aleatorios para hacernos la vida más interesante, como con quien nos tropezamos en la calle, quien estará en la fila del súper o se sentará al lado nuestro en el camión, que darán de comer en nuestra fondita, incluso cómo nos irá en el día.

Así que disfrutemos de esa caja de sorpresas que es el botón “Aleatorio”, hagamos que vuelva a nuestra mente esa canción tan ridícula que nos hizo bailar al ritmo “satánico” de “aserejé de ja de je de jebe tu de jebere seibiunouva majavi an de bugui an de güididípi”, esa primera vez que nos cortaron mientras gritábamos “…no puedo reponerme de tu forma tan cruel de abrazarme, si sabias que no ibas a amarme ¿qué ganabas con besarme?”, o hasta la vez que nuestro crush nos empezó a hacer caso y le decíamos “dime cómo fue que me enamoraste, dime en que momento pasó que llegue a extrañarte…”.

Recordemos cuando “eso” no era un solo, sino la guitarra de Lolo; cuando llegando a la fiesta la vimos besándose con otro –que poca madre–; cuando nos sorprendimos porque de los 9 hijos de  Soruyo el negrito era el único suyo; cuando él nos mintió y nos dijo que nos amaba y no era verdad o cuando fuimos palomas por querer ser gavilanes; cuando por un beso de una flaca que duerme de día, hubiéramos dado lo que fuera; cuando no queríamos que nadie nos mirara porque no traíamos puesto el maquillaje; cuando esas acusaciones eran puras mentiras ya que esa noche no andábamos ahí; o hasta la vez que a nosotros nos gustaba la gasolina –recordar es volver a vivir ¿verdad?–.

Volvamos a sentir todas esas emociones que le pusimos a muchas de nuestras canciones  y que hemos dejado en un rincón de nuestra biblioteca musical.

Por hoy es todo, nos leemos la próxima semana y espero que esta primera columna del 2017 les haya gustado. Hasta la próxima.

Y como dice Willie Colón en Pedro Navajas: “La vida te dá sorpresas, sorpresas te dá la vida”

@lizarraga1221 

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