viernes, 12 de agosto de 2016

¡Con la Iglesia hemos topado! por Francisco Baeza


[@paco_baeza_]

En mayo, Enrique Peña Nieto propuso modificar en el Artículo 4° constitucional para incluirle el derecho al matrimonio igualitario. La propuesta es congruente con la opinión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y con los valores del Estado mexicano. En nuestro país, “está prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana”

Para no verse desplazada del debate sobre la moralidad del Estado, la Iglesia Católica, dueña de las almas de tres de cada cuatro mexicanos y, por lo tanto, un factor de estabilidad importante, ha respondido a la iniciativa con una cruzada contra el presidente – y de paso, contra los homosexuales –:

A través de Desde la fe, la publicación de la Arquidiócesis de México, la Iglesia se ha entregado a un frenesí de discriminación y difamación enfatizando los perjuicios físicos y emocionales que conllevarían las relaciones homosexuales. La Iglesia del siglo XXI abraza a los gays con el mismo desprecio que lo hiciera Pablo hace dos mil años, entendiendo que el terrible pecado de pensar diferente merecería sufrir, en carne propia, toda suerte de calamidades (Rom 1, 21-27). La Iglesia olvida, en su exposición, que el SIDA, el herpes, la sífilis o la gonorrea no distinguen las preferencias sexuales de sus víctimas. El razonamiento de los expertos del semanario católico es medieval: sugieren, por ejemplo, que existe una relación directa entre la homosexualidad y la criminalidad, el desempleo, las adicciones o la prostitución. A propósito de su opinión sobre el sexo anal, Sanjuana Martínez ya lo ha dicho todo…

Luego de dos sexenios y medio muy cargados a la derecha, Peña Nieto trastocó el delicado equilibrio Estado-Iglesia. ¡Y en el momento más inoportuno! ¡Justo antes de las elecciones estatales! De cualquier modo, la propuesta sería difícil de digerir para una sociedad que rechaza, a priori, la opinión del presidente.

Rafael Fernández de Castro, en su artículo sobre la indignación global, nos da una pista de los motivos del presidente para incluir en la agenda un tema tan delicado. De acuerdo con el autor, los términos del debate político han cambiado. Ya no es cosa, dice, de izquierda vs. derecha sino de arriba vs. abajo, Sistema vs. anti-Sistema; “de apertura o cerrazón, de derribar o tender puentes, de aceptar o rechazar los cambios culturales”.

La propuesta pone al presidente en sintonía con los de abajo, con los anti-Sistema, a la vez que facilita a su partido definir su postura de cara a los siguientes procesos electorales, por un lado, distinguiéndose del PAN y, por el otro, ganándole la bandera al PRD y a MORENA. Éste es un tema al que los partidos políticos identificados con la izquierda no tocan: uno no puede hacerlo en tanto no resuelva su estrategia electoral – debe resolver si revalida o no su alianza con la derecha – y el otro no quiere hacerlo para no zancadillear a su líder – contrario a lo que podría pensarse, Andrés Manuel López Obrador y Norberto Rivera tienen muchos puntos de coincidencia respecto a la homosexualidad, la familia o el aborto; les une, además, una buena relación gracias a la cual fue posible, por ejemplo, que una fundación presidida por el duranguense se hiciera con los terrenos adyacentes a la Basílica de Guadalupe, en 2004, o que el tabasqueño visitara Roma, en febrero de éste año.

Ésta vez, Peña Nieto tiene la razón de su lado, pero, en su aventura, ha entrado en un callejuela sin salida. ¡Y con la Iglesia ha topado!

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viernes, 12 de agosto de 2016

¡Con la Iglesia hemos topado! por Francisco Baeza


[@paco_baeza_]

En mayo, Enrique Peña Nieto propuso modificar en el Artículo 4° constitucional para incluirle el derecho al matrimonio igualitario. La propuesta es congruente con la opinión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y con los valores del Estado mexicano. En nuestro país, “está prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana”

Para no verse desplazada del debate sobre la moralidad del Estado, la Iglesia Católica, dueña de las almas de tres de cada cuatro mexicanos y, por lo tanto, un factor de estabilidad importante, ha respondido a la iniciativa con una cruzada contra el presidente – y de paso, contra los homosexuales –:

A través de Desde la fe, la publicación de la Arquidiócesis de México, la Iglesia se ha entregado a un frenesí de discriminación y difamación enfatizando los perjuicios físicos y emocionales que conllevarían las relaciones homosexuales. La Iglesia del siglo XXI abraza a los gays con el mismo desprecio que lo hiciera Pablo hace dos mil años, entendiendo que el terrible pecado de pensar diferente merecería sufrir, en carne propia, toda suerte de calamidades (Rom 1, 21-27). La Iglesia olvida, en su exposición, que el SIDA, el herpes, la sífilis o la gonorrea no distinguen las preferencias sexuales de sus víctimas. El razonamiento de los expertos del semanario católico es medieval: sugieren, por ejemplo, que existe una relación directa entre la homosexualidad y la criminalidad, el desempleo, las adicciones o la prostitución. A propósito de su opinión sobre el sexo anal, Sanjuana Martínez ya lo ha dicho todo…

Luego de dos sexenios y medio muy cargados a la derecha, Peña Nieto trastocó el delicado equilibrio Estado-Iglesia. ¡Y en el momento más inoportuno! ¡Justo antes de las elecciones estatales! De cualquier modo, la propuesta sería difícil de digerir para una sociedad que rechaza, a priori, la opinión del presidente.

Rafael Fernández de Castro, en su artículo sobre la indignación global, nos da una pista de los motivos del presidente para incluir en la agenda un tema tan delicado. De acuerdo con el autor, los términos del debate político han cambiado. Ya no es cosa, dice, de izquierda vs. derecha sino de arriba vs. abajo, Sistema vs. anti-Sistema; “de apertura o cerrazón, de derribar o tender puentes, de aceptar o rechazar los cambios culturales”.

La propuesta pone al presidente en sintonía con los de abajo, con los anti-Sistema, a la vez que facilita a su partido definir su postura de cara a los siguientes procesos electorales, por un lado, distinguiéndose del PAN y, por el otro, ganándole la bandera al PRD y a MORENA. Éste es un tema al que los partidos políticos identificados con la izquierda no tocan: uno no puede hacerlo en tanto no resuelva su estrategia electoral – debe resolver si revalida o no su alianza con la derecha – y el otro no quiere hacerlo para no zancadillear a su líder – contrario a lo que podría pensarse, Andrés Manuel López Obrador y Norberto Rivera tienen muchos puntos de coincidencia respecto a la homosexualidad, la familia o el aborto; les une, además, una buena relación gracias a la cual fue posible, por ejemplo, que una fundación presidida por el duranguense se hiciera con los terrenos adyacentes a la Basílica de Guadalupe, en 2004, o que el tabasqueño visitara Roma, en febrero de éste año.

Ésta vez, Peña Nieto tiene la razón de su lado, pero, en su aventura, ha entrado en un callejuela sin salida. ¡Y con la Iglesia ha topado!

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